Oscuro puñetazo en la mesa: El regreso de STRAVAGANZZA en Madrid
STRAVAGANZZA: “El regreso” – Sala La Riviera (sábado, 23 de septiembre 2017)…
Los madrileños (fuenlabreños si nos ponemos exquisitos) volvían por la puerta grande, (casi) llenando LA Riviera y demostrando que siete años de ausencia no ha hecho más que avivar el fuego y hacer madurar la propuesta y la expectación (y las ganas) por volver a tener a STRAVAGANZZA por aquí. Nos lo cuenta Javier Paredes…
Pocos grupos han levantado tanto revuelo en el panorama del metal nacional recientemente como STRAVAGANZZA con su regreso después de siete años de barbecho, cansados de una escena que no parecía entenderlos. El que nos ocupa es casi un caso único de banda que ha ido aumentando su base de seguidores y su leyenda basando este crecimiento en la ausencia de actividad y dejando que sus trabajos fueran calando sobre nuevos seguidores que han ido investigando de qué iban estos músicos.
En siete años la sombra del grupo capitaneado por Leo Jiménez y Pepe Herrero ha crecido muchos enteros y el primer concierto de este regreso en La Riviera iba a ser la prueba de fuego para aclarar si la expectación teórica se transformaba en venta de entradas. Leo y los suyos habían prometido un espectáculo a la altura de la banda y a su antojo, sin privar de nada a STRAVAGANZZA, aprovechando los réditos de los músicos en otras actividades: en una palabra, han vuelto para quedarse… por sus fans, y por placer.
A las siete y media se abrieron las puertas para dejar entrar a una fila de público que hacía augurar una entrada más bien medianera para la velada. Por suerte, según se acercó la hora de comienzo del show, a eso de las ocho y media, la imagen de La Riviera era muy alentadora, con tres cuartas partes del aforo cubierto, calculando a ojo unas mil o mil doscientas personas. Nada mal para la que está cayendo, sobre todo para los grupos nacionales. Hay hambre de banda, eso está claro.
A las ocho y media en punto se apagaron las luces y el escenario cobró vida para dejarnos contemplar un espectáculo notable a todos los niveles con una duración de más de dos horas. Con el público metido en el bolsillo desde los primeros compases de “Dios”, lo de STRAVAGANZZA en La Riviera fue una vuelta a la vida con galones. Es importante comentar que, dentro del esfuerzo escenográfico, salieron a escena de una manera ampliada con el cuarteto de cuerda formado por Sergio Ramírez, Carmen Tomé, Santiago Vokram y Alberto Nieto. Además, se sumó una “coral” de varias voces, formada por Beatriz Albert (EBONY ARK), Gema Hernández, Tanke Ruiz (FIEBRE) y Miguel Ángel González. ¡Casi nada!
Estructurado en cuatro actos, por orden en relación a los lanzamientos del grupo, y anunciados todos con unas intros habladas, los chicos eligieron los temas más representativos de cada uno de los redondos y fueron cayendo, entre otras, “Y en la soledad me lamento”, “Esperanza”, “Pasión”, “Desilusión” y una esperadísima “Dolor”… Iba el maestro Pepe Herrero desangrando su guitarra, apoyado por el guitarrista Miguel Ontivero, otra nueva incorporación, mientras ocurría de todo en el escenario. Si bien es cierto que esperaba algún tipo de pantalla o efecto (torres de humo, pequeña pirotecnia), la banda se centró mostrar su música junto a una performance de diez bailarinas que iban transformando la música en danza de una manera más que acertada.
El espectáculo estuvo concebido para ver lo que pasaba debajo de los focos, no detrás, y viendo la que liaron en el escenario con danzas de trajes temáticos, violines, coros etc…, creo que acertaron. Respecto al sonido, fue correcto sin ser sobresaliente, si bien es cierto que, como siempre en La Riviera, todo se escuchaba mucho mejor a la altura de la conocida palmera, en la parte media de la sala. La banda rozó el sobresaliente en ejecución, con un Carlos Expósito imparable (detrás de una pantalla de metacrilato que lo mató escénicamente, una pena) acompañado por el pétreo bajo de Patricio Babasasa, fundamental para dar cuerpo a los temas en directo. Pepe Herrero estuvo concentrado en que todo sonara perfecto, serio, hierático y muy metido en su papel (o no) de personaje inalcanzable.
Y claro, nos falta hablar de Leo Jiménez, de “La Bestia”. No hubo duda, con la voz algo opaca, no sé si por estado de salud o por la mezcla de la sala, Leo se lo luchó de una manera brutal durante más de dos horas, dándolo todo encima de las tablas, defendiendo sin apuros aparentes un set de temas endemoniadamente altos, al alcance de pocas gargantas. Y sí, volvimos a recuperar al Leo teatral de las capas de terciopelo y la marca negra en el ojo, serio, dramático…y conectado con su gente. Gustará o no gustará, pero como Leo Jiménez no hay dos en este país encima de un escenario.
De su garganta fueron saliendo los himnos de los cuatro actos que marcaron la marcha del show durante más de veinte temas, que dieron conclusión antes del bis con “Un millón de sueños” y “Raíces”. Por cierto, colocaron de una manera muy inteligente la imprescindible “Hijo de la Luna” (su conocida y exitosa versión de MECANO), que cayó justo en medio de la velada.
Amagaron con una despedida de esas que ya nadie se cree para salir a rematar de una forma muy arriesgada. Esto es STRAVAGANZZA, claro: Se marcharon los huestes de Leo Jiménez descargando dos versiones pasadas por el tamiz sinfónico-metalero marca de la casa: “Desátame” de MÓNICA NARANJO y “Vivir así es morir de amor” de CAMILO SESTO. Arriesgado, y mucho, que más de dos nos quedamos fríos, pues temas propios para acabar por lo alto hay de sobra. Es decir, me faltó el final que te deja con la boca abierta, al menos a mí (ndr.: y por lo que hemos leído en comentarios, redes sociales y demás, a muchos… pero ya lo hemos dicho antes, esto es STRAVAGANZZA para bien y para mal).
Dijo Leo Jiménez que la banda estaba de vuelta para quedarse y lo cierto es que el intento tiene buena pinta. Sin disco en la mochila casi llenaron La Riviera y lo importante es que mucho público era joven, atraído y conquistado en los años de ausencia en activo de esta locura sonora. Si el resto de conciertos van como el de Madrid, y sacan el año que viene un disco incontestable, creo que tenemos STRAVAGANZZA para rato. Haciendo las cosas bien sobre el escenario. Imparables si la corriente les acompaña.
Habrá que esperar, pero las primeras sensaciones de este renacer son más que prometedoras. Avanzados hace años, ahora es vuestro momento: modernidad, sinfonismo, toques progresivos, dureza de siete cuerdas a lo Djent…Que no os pare nadie. Ahora sí es el momento de STRAVAGANZZA.
Texto y fotos: Javier Paredes (javier@redhardnheavy.com)
Y para muestra un botón, como siempre decimos, ¡grandes!
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