Artículo de opinión: El rock no perdona la alta traición
Me ha costado mucho escribir este artículo (no «técnicamente» sino que me refiero a sacarlo de dentro) pero los últimos acontecimientos han desembocado en ello. El rock no perdona la traición, y Sherpa ha rebasado todos los límites. Lo escribo y lo expongo dolido pero creo que siendo muy consciente de lo que escribo y porqué. La polémica no es gratuita, ni somos unos sectarios en contra de la libertad de expresión precisamente, más bien lo contrario. Pero el rock, su nombre, su trayectoria y su historia merecían otra cosa. Y BARÓN ROJO también…
El Rock no perdona la alta traición
Se oye comentar a las gentes del lugar, los roqueros no son buenos… ¿Sabes lo que nos costó quitarnos el estigma? Decir orgullosos que éramos roqueros, y a mucha honra, y que predicábamos honestidad, rebeldía, inteligencia, clase y un hambre tremenda por vivir a nuestra manera, por reivindicarnos y por estar por encima de prejuicios, malas consideraciones, acusaciones infundadas y mamarrachadas, tópicos y rechazos. Claro que lo sabes, porque fuiste parte de ello, pero todavía no sé en qué momento cambiaste o si desde el principio todo fue mentira. Quiero creer de corazón que no era falso o impostado ni una pose ni un arrimar el ascua a la sardina o al sol que más alumbra(ba)… Porque tocaste para el PCE o para el PSOE muchas, muchas veces antaño. Y tu manida frase de “siempre contra el poder” resulta que sólo te la he escuchado utilizar en contra del mismo “poder” (o estando en un solo bando, dicho de otra manera, para entendernos).
El rock y el heavy metal es fiel, honesto, sincero y justo. Te da lo que le ofreces, te paga con lo que mereces (a veces injustamente, para bien o para mal, pero ése es otro debate), y te recompensa si eres digno de ello y/o si has hecho méritos para ello. A tí te recompensó durante muchos años, cuando eras el elegido, el deseado, el añorado… el respetado. ¿Sabes la de veces que, henchido de orgullo, he presumido ante tantos músicos y compañeros de que “ahí se había sentado Sherpa con nosotros en la radio y nos había regalado su magia, en acústico, en la intimidad”? ¿Imaginas la ilusión que me hacía cada entrevista contigo, cada charla, cada momento juntos aprendiendo del maestro, y las pocas o muchas veces que te pude ayudar o hablar bien de ti, personal y profesionalmente? Ahora lo recuerdo herido y hasta me avergüenzo, porque lo has perdido todo, te has puesto a todos y todo en contra. Has caído en el mayor de los ridículos y, lo más importante y grave, no queda nada del respeto de la comunidad hacia tí, de la manada, de “la jauría” como te gusta decir recientemente como último chascarrillo sin ya ninguna gracia. ¿Cómo íbamos a pensar que tu herencia era letal y que precisamente ibas a ser tú el que te has quedado en tierra de nadie? ¿Cuántas veces escribí en mis respectivas mesas del colegio, instituto y universidad aquello de «no crees en partidos y es triste saber que, gane quien gane, tú vas a perder«? ¡ja!
Eras el lobo solitario, el guerrero en el desierto, el cómico cósmico, en contra de todas aquellas flores de invernadero que no aportaban nada y eran, precisamente, flor de un día, pagadas y apoyadas desde arriba, mientras los rockeros luchábamos desde el fango, desde el infierno, desde la calle, desde el día a día, más duro que el resto, más duro que nunca, con menos apoyo que nadie pero también con más convicción que cualquiera. Eras el mejor cantante, el mejor compositor, el que tenía más aplomo, más clase, el bueno de la película mientras “los otros” eran los malos. Eras tú el que hacía las mejores canciones de BARÓN ROJO, el que escribía las mejores letras junto a tu mujer, Carolina Cortés (por lo que se ve, a posteriori, la verdadera heroína del cuento, amén de digna baronesa). ¿Y en qué te has convertido para la escena y tus otrora seguidores irredentos? Pues en un payaso, en un personaje en el peor sentido de la palabra, en un rancio pico de oro, en un proscrito y casi en un enemigo. Como se suele decir, no te odio porque aún te quiero y te aprecio (aunque a veces pueda no parecerlo, y por eso quiero destacarlo así desde el principio), pero la puñalada trapera ha sido tan sucia, tan rastrera y tan ruin que es imposible ya perdonarlo.
No, amigo, el rock no perdona la alta traición. Ya saliste una vez, y desapareciste, y al volver te acogimos con los brazos abiertos… Y al final lo has traicionado todo, al menos todo lo que eras para nosotros y todo lo que significabas para el rock y para sus seguidores. Para los de verdad, para los auténticos, para los que efectivamente llevan su rollo en la sangre (parafraseando a tus viejos/nuevos enemigos de OBÚS), y sí, para los que nuestro rollo es el rock. Porque te cuento el enésimo secreto que aún no has pillado: ni tú ni unos cuantos palmeros que aún te ríen las gracias bajo el absurdo argumento, bandera de España mediante, de que “el rock no tiene color político, el rock puede ser de derechas y hay mucha gente que no son de izquierdas que también escucha rock, que esto no es una secta”. No, el rock por concepto y definición NUNCA, NUNCA, NUNCA puede ser de derechas. NUNCA (y el argumento de que en EEUU o UK blablabla, y que Ted Nugent, y que Gene Simmons, y que Blackie Lawless o Bruce Dickinson blablabla… por supuesto que no me vale ni tiene sentido aquí, que esto es otro mundo).
El rock es lucha, rebeldía, protesta, calle, reivindicación y actitud. Y está del lado de las causas sociales, de la lucha contra las injusticias, de la igualdad entre razas, sexos, condiciones y incluso estratos sociales pese a todo. Y es respeto, y es unión, y es hermandad, y tiene una ideología muy clara. Puedo citar, y os emplazo a cualquiera que tengáis dudas sobre esto a leer “Inoxidable – Formación, cristalización y crecimiento del heavy metal en España”, en el que el gran Fernando Galicia Poblet explica minuciosamente porqué el heavy metal, y nuestro rock duro (el nuestro), es cómo es, desde cuándo y las razones y motivaciones (y argumentaciones) para que esto sea así. Y es que el rock nace en la calle, en los barrios pobres y en la periferia de las ciudades, y su origen es total y absolutamente social, y tiene un componente clave de reivindicación, de compromiso, de protesta, de rebeldía y de actitud que posiblemente no lo tenga igual en ningún otro lugar del mundo.
Entonces éramos cochambre, melenudos, piojosos, hippies, peludos, drogadictos, gentuza, desarrapados… y puedo añadir muchas más palabras rimbombantes y calificativos feos que seguro que tú conoces bien, porque no eres tonto ni corto ni alguien sin estudios ni cultura. Así que la traición duele mucho, muchísimo, porque los que crecimos con tus canciones, con vuestras enseñanzas y forjamos nuestra personalidad, ideología y forma de entender y actuar en la vida nos sentimos profundamente engañados y traicionados, y dolidos. Y tú mismo nos has despreciado, insultado, menospreciado, además usando términos, chistes y gracietas tan manidas y pueriles que a veces daban hasta risa… y otras no hacían ni puta gracia. Así que no, por muchos (o pocos) palmeros que te rieran las gracias y que te han acogido como adalid de la derecha (y que han escupido como tú sobre todo lo que significa el rock, incluso ensuciando y prostituyendo una vez más la sagrada palabra de la “libertad”… de expresión o en general, que lo mismo da porque el concepto lo habéis pisoteado una y otra vez con total impunidad y de la manera más demagógica posible)… aquí ya no eres bienvenido ni aceptado, ni ellos tampoco.
¿Pero no te das cuenta que te han usado como un títere, como una marioneta, como un chivo expiatorio y vulgar transmisor de sus chorradas y delirios? Y tú has entrado al trapo desde el primer día, te has hecho más papista que el Papa, más facha que los fascistas y más cuñado incluso que ellos (y maleducado, zafio, ridículo, patético…). Como no existen actos sin consecuencias, te has quedado sin banda (ya se fue Sergio, ahora Marcelo, y supongo que Hermes hará lo propio, harto de estar a tu lado tantos años y apoyarte siempre a cambio de casi nada), sin amigos ni aliados en el negocio, sin el apoyo de los medios, promotores, salas… y sin seguidores. ¿Te ha merecido la pena? ¿Así nos pagas la lealtad de tantos años? No sé si te has quitado la careta, si estás senil y has perdido en algún momento la razón… o sencillamente siempre habías sido así y nos tenías bien engañados. Pero no, el rock no es racista, no es tolerante con las actitudes fascistas ni totalitarias, no es faltón, no admite la homofobia, no es irrespetuoso, no es tan cutre ni simplista, y no le da la mano a los que tú abrazas con total pleitesía, siendo la voz de su amo, repitiendo consignas trasnochadas como un papagayo, y apoyando y defendiendo lo indefendible.
Que no, que el rock nunca puede ser de derechas (al menos aquí, insisto en el matiz, que es importante), y no respeto ni a uno sólo de los que te ríen las gracias, los insultos, los ataques y las salidas de tono. Y le doy la razón absoluta al gran Carlos Bardem que lo dijo muy clarito hace nada: ¿Me creo mejor que un nazi, que un fascista, que una persona que defienda tus “argumentaciones”? ¡Por supuesto que sí! (Yo, mis compañeros y la gente del rock, el heavy y de la cultura en general). Claro que me considero moral y personalmente muy superior a un nazi, a un facha y a un pobrecito/tonto de derechas que no sabe ni por dónde le viene el viento y sólo repite la propaganda como quien vomitaba las frases de los apuntes en el examen de turno sin tener la mínima capacidad crítica, ni de análisis ni de profundizar ni entender de qué cojones se está hablando.
Esto no va de colores (ok, puedo aceptar ese argumento, aunque no lo comparta personalmente), pero sí de ideología, de actitud ante la vida, de civismo, de educación, de cultura, de respeto… Vale, puede que el rock no sea necesariamente político y que lo importante sea la música, pero hay mucho más detrás. Y lo que está claro es que el rock es social, es comprometido, y tiene una ideología propia clara y muy marcada. Venga, te desvelo el secreto de nuevo: no es de derechas y sobre todo no abraza las causas que llevas tú defendiendo los últimos meses, y supongo que años. Y lo que es más grave, has ido despreciando uno por uno todos los valores del rock de la manera más zafia, cutre y ridícula convirtiéndote en un cuñado mediocre de tercera o cuarta división. Tú, un erudito, un tipo culto, muy inteligente, un intelectual, un gran músico y, hasta hace no tanto, alguien realmente querido y apreciado. Por eso es más incomprensible y duele tanto.
Hace tiempo que algunas bromas, frasecitas y “coñas” en los conciertos o entrevistas nos empezaban a chirriar pero de repente te desataste, te desmarcaste clara y rotundamente de los que utilizábamos vuestro “Resistiré” como “el bueno”. Y apareció paulatinamente tu gemelo malvado, el facha, el cuñado de palillo en la boca, el rancio, «el Mauricio Colmenero»y «el Antonio Recio» escribiendo en Twitter, el azote de la izquierda, el negacionista y, en definitiva, una versión inaudita de alguien al que respetábamos tanto. Y cada burrada era mayor que la anterior, cada declaración era más soberbia, absurda e irrespetuosa, cada patochada tenía menos sentido y cada nuevo tweet desembocada irremediablemente en un “quitarle el móvil de una vez al abuelo, por favor». Y cuando tuviste la ocasión o aquello empezaba a irse de madre, en vez de callarte, parar, mantener perfil bajo, mostrar respeto por tus compañeros, por tus seguidores, por tu profesión, por el nombre que defendiste tantos años (“¿¡seré siempre un barón!?”, pues no, que al final has hecho buenos a tus odiados hermanos, mira tú por dónde), por la gente que te apoyó siempre, no has hecho más que meter la pata más y más, insultar más, delirar más y meterte tú sólo en un hoyo del que ya no puedes salir.
Seguro que en el futuro recapacitas y te arrepientes, peeeero es taaaaarde yaaaa (sí, leer con el retintín de la canción de marras de fondo). La soberbia (y seguramente la ira y la envidia, haciendo un pack de tres) siempre fue(ron) tu peor pecado, y finalmente te ha devorado. Cuesta decirlo sin que una lágrima ruede por mi mejilla al escribirlo, pero ahora entiendo aún mejor porqué BARÓN ROJO siempre fue una banda maldita, y que tú no eras el bueno y ellos los malos. Y hablando de malos… su sueño se cumplió, 10 días en prisión, y ahora el hombre está feliz, malo, malo, malo. Sherpa, ¡te has convertido en el malo superlativo!, y lo has hecho tú solito. Tan espiritual como siempre has sido y has terminado en Raticulín, ¡menuda ironía!… Y al final la historia te recordará como nunca debería haberlo hecho, como un hijo de Abel traidor, mezquino y cobarde, el siervo de su Señor, a la diestra del poder… Es triste, e incómodo, y jode.
Bueno, no quiero estirar más esto, que creo que mis opiniones están claramente expuestas y expresadas en este texto. Además, en este semana tú mismo has escrito el último capítulo del sainete (¿pero de verdad te extraña que la gente no quiera tocar contigo, o que las salas te rechacen?), desbordando el vaso de mierda con la enésima salida de tono insultando y menospreciando a una periodista valiente de la manera más cutre posible, con expresiones de tan pésimo gusto que incluso cuesta reconocer al tipo que admiramos tanto entonces. ¿Qué dicen tu mujer o tus hijos/as cuando lean eso?… Supongo que esto te ha llevado a darte cuenta (¡menos mal!) de que conscientemente tienes que dar un paso atrás, seguramente definitivo. Ojalá al menos lo hagas con la boca virtual cerrada, y sí, deja el móvil tranquilo que no te ha hecho ningún bien.
¿Cuántas veces pregonaste aquello de que lo importante era “ser buenas personas”?, ¿en qué te basabas cuando escribiste la maravillosa letra de “Ajedrez mortal” y luego hablabas con sorna de “los moritos”, “los menas”, o hablabas de ametrallar inmigrantes o bombardear cayucos para defendernos de “los invasores”?… Sigo dándole vueltas a la cabeza, y sigo sin entenderlo… Será parte de tu humor negro que nunca terminé de pillar, o será que yo no he leído, o aprendido, “Las enseñanzas de Don Juan” (de Carlos Castaneda), de las que tanto nos hablaste en su momento. Pero… ¿de verdad te sientes orgulloso de que Santiago Abascal, Macarena Olona o Toni Cantó se pongan de tu lado? (y te utilicen, vaya, pero eso ya lo he dicho antes). ¿En serio te consideras un “artista disidente y libre”, o un mártir y adalid de la derecha, y te sientes honrado por ello?
En fin, llegó el final y cesó el clamor… Y tu carrera, al menos para los verdaderos hijos de Caín, los que siempre esta(ba)mos allí, se ha acabado aquí… porque el rock no paga a traidores ni perdona la alta traición.
El rey ha muerto, ¡larga vida al rey!
Texto: David Esquitino (david.esquitino@redhardnheavy.com)
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