El Boss en un jefazo: BRUCE SPRINGSTEEN de 10 en Madrid
Ya sabéis que no somos los más puntuales ni los más rápidos del Salvaje Oeste, ni del Este, y que siempre nos retrasamos con las crónicas, pero salen… y llegan. Uno de los conciertos del verano (triple de hecho en la capital) fue ver a BRUCE SPRINGSTEEN de nuevo en España. Reverencia mediante, recuperamos la crónica del segundo concierto del Boss en Madrid. Nos lo cuenta Esquitino… a su manera, eso sí:
BRUCE SPRINSGTEEN & E STREET BAND: Viernes 14 de junio de 2024 (estadio Civitas Metropolitano, Madrid)
Hay noches únicas que, por h o por b, nos queremos perder, pero de repente se alinean los astros o algo hace clic en nuestra cabeza empujándonos a no dejar pasar por delante siempre las oportunidades, y acertar. ¿A qué me refiero? Pues que en una semana absolutamente épica de conciertos en la capital, entre las elecciones imperdibles no estaba para mí precisamente ir a ver a “El Boss” (y me da igual que a él el primero no le guste el apelativo, pero lo cierto es que el tipo es un jefazo en toda regla). Las rockstars y las leyendas se crean sobre el escenario y dejando un hueco real en las hemerotecas, en este caso de la historia y también de la sociedad.
Y no me meto (ni quiero ni puedo ni debo ni me apetece) en lo carísimas que son las entradas de los conciertos a día de hoy (en los gigantes directamente prohibitivas y/o imposibles para el pueblo llano). Y no hago tampoco indirecta mención a la canallada y el vandalismo social que supone dividir los conciertos entre ricos y pobres (que es tal cual, sin eufemismos) y que prime el elitismo sobre el corazón y el pundonor. Vale, lo acabo de hacer, pero a partir de ahora sí me muerdo la lengua de verdad al respecto, y me centro en lo impepinable: lo grande que es BRUCE SPRINGSTEEN y su banda sobre el escenario y lo merecido que es el título que ostenta por decreto. Es el frontman perfecto, la banda perfecta y hace los conciertos perfectos: 3 horas, con musicazos de primera línea, sin escaquearse ni un segundo y danto TODO, hasta la última gota de sudor y de sangre si es necesario.
Los nuevos tiempos no van con él, y aunque tiene que entrar inevitablemente en las entrañas de la maquinaria del negocio actual (y lo lleva haciendo mucho tiempo como es obvio), con su gente actúa como si en vez de 60.000 solo hubiera 200 delante y estuviera tocando en un tugurio de su Jersey natal como antaño. La actitud es la misma, y eso SÍ vale cada céntimo de la entrada. Es como montar en un coche histórico, como ver el Taj Mahal o como pagar cientos de euros por comer la delicatesen más exquisita… con la diferencia de que en este caso en vez de bolitas con forma de canicas doradas de quién sabe qué, sí te han puesto chuletón, cerveza, aperitivos y el mejor postre delante.
Bueno, introducido el tema, volvemos al hecho de que esta vez con el pase en la mano fui egoísta y dije que para mí, que nunca sabes si será la última vez de ver a una de las leyendas más rotundas de esto sobre el escenario. Y ojo, yo era la segunda vez que veía a BRUCE SPRINGSTEEN, que uno es heavy y rockero duro y a veces, pecados y bisoñez absurda de juventud, comete este tipo de torpezas de haber pasado de ver a Tina Turner, a Michael Jackson, a Bon Jovi en sus tiempos decentes, a Miguel Ríos hasta muuuuchos años después… y tantos otros errores de los que ahora me arrepiento (y tengo la madurez rockera de reconocerlo).
Otro debate es el hecho de que a la prensa nos manden al palomar más alto del estadio, que cierto que es la zona preparada de maravilla para los partidos de fútbol, con mesilla, enchufe para el ordenador o móvil e incluso entrada de cable de internet pero… esto no era un partido de fútbol y sí, ya sé que los conciertos así son carísimos y nosotros, acreditados, “no pagamos” (otro debate que no me apetece tener ahora), pero ver los conciertos desde “la tribuna de arriba” pues bueno, queja relativa, pero queja al respecto. Y agradecido del pase, que nadie entienda mal mi pataleo puntual, pero creo que entre la primera fila y la última, hay muchas intermedias. Aunque sé que esta es una batalla perdida de antemano, pero no debería pasar nada por decirlo.
Bueno, cogí mi moto, y me puse en modo born to run camino al Calderón… Perdón, al Wanda, perdón, al Civitas, perdón… ¿al Metropolitano? Aceptamos barco, y nombre clásico, que me suena más auténtico. Y fijaros que en esa semana (antes y después), fueron fechas para marcar en el calendario histórico. “Ayer” DEEP PURPLE, “hoy” el Boss, “mañana” STATUS QUO, el domingo fue EXTREME (con RICHIE KOTZEN) y el lunes, palabras mayores con JUDAS PRIEST, SAXON y URIAH HEEP (además de TOM JONES en el Botánico, y la tercera fecha de SPRINGSTEEN en el mismo estadio), el martes JANE´s ADDICTION…
¿Quién nos iba a decir que veríamos 50 años (más o menos) de música dura resumida en 5 días?, ¡increíble! Ojo, conciertos chulos o no aparte, el detalle es acojonante. Y yo no voy a todos pero podría haber ido que tenemos acreditación en casi todos (lo que es un reconocimiento que, ¿porqué no?, no sobra en este texto). Y si nos lo dicen hace 25 años nos caemos de culo… por ambos detalles.
Llega el Boss y esto empieza en breve. Lo bueno de estar en el palomar de prensa es que lo vemos en visión cenital y planos largos, que siempre hay que sacar lo bueno de las cosas. Al menos tenemos wifi, enchufes y mesitas, una cosa por la otra, y nos da para ir escribiendo estas letras sobre la marcha, y lo escuchamos en tecnicolor y/o con visión cuadrafónica… ¿se dice así, no? Tonterías aparte, son las 21.10 y empiezan a salir los músicos. Esto va a empezar… y aunque reconozco sin ruborizarme ni por un segundo que el rock de estadios y cada vez más mainstream ya no es para mí, si es que lo fue alguna vez. Eso sí, con el máximo respeto por los grandes artistas / bandas aparte.
Interesante el hermanamiento de pueblos y culturas con las dos banderas en lo alto del escenario, española y norteamericana, como es habitual en los conciertos de SPRINGSTEEN desde hace infinito. Sin entrar en conflictos políticos ni debates subversivos por una vez, es un bonito detalle. Y la banda es increíble y suena alucinante, mitad de E STREET BAND clásico (o superviviente) y mitad de acompañantes “nuevos”, añadiendo coristas y extras. Pero al final en realidad es imposible no sonreír al ver moverse a Little Steven, escuchar el piano de Roy Bittan, escuchar la batería inconfundible de Max Weinberg, notar el espíritu clásico de Clarence Clemmons en su sobrino Jake, el estilazo de Nils Lofgren y demás… Y ojo, había miedo tras las cancelaciones previas en Milán y Praga, y un primer concierto justo a nivel vocal, pero Bruce estuvo de 10 desde el principio… y durante “solo” tres horas esta vez jeje.
Me llama la atención, siendo un profano en la materia que solo ha visto a BRUCE SPRINGSTEEN dos veces (y la primera fue a ratos currando en el Bernabeu hace unos 10 años, en mi primer curro de runner, por cierto), cómo está de bien estructurado el show, con tres partes claramente diferenciadas. Y la banda en todo momento en escena, liderados por su jefe en primera línea siempre, en las pasarelas, sin esconderse, meterse dentro ni esquivar protagonismo, ni trabajo sucio: si hay solos, se espera admirando y apoyando a los compañeros, si hay que sudar con las primeras filas, lo hace el primero, si hay que charlar con 60.000 personas, lo hace desde la humildad y el corazón. Eso es ser un grande de verdad, y cada vez quedan menos así.
A lo que iba, tres partes claras en el show: la primera con algunos temas más “desconocidos” (menos populares tal vez), y algún guiño más actual. Curiosamente más centrado en alguno de sus discos de finales de los 70, sobre todo “Darkness on the Edge of Town” del que se cumplen 45 años, aunque hubo tiempo de sorpresas no tan habituales o de las que te levantan el ánimo como con “No surrender” de sus primeros tiempos (y que no estaba inicialmente en el set) o al estrenar en gira por primera vez “The ties that bind” de “The river”, o el recuerdo a los caídos en “Ghosts”. Una parte intermedia algo más calmada, y más suave, que algunas partes más folk o lentas sin más se le hacen más pesadas a un tipo duro como yo, pero en general muy bien: mucha energía, bandaza y carisma y raudales.
Así sí, viejos rockeros y veteranas bandas clásicas, especialmente con canciones con tanta magia como la más reciente “The power of prayer”, que también se estrenaba. Pese a que algún momento se me hizo bola en ese rato, es cierto que hasta la más reciente “Last man standing” fue agradable de escuchar, tocada además en formato acústico. Momentos más “crooner” como “Spirit of the night” (pese a su sabor soul clásico) o “Backstreets” me dejaron más frío, seguramente por desconocedor de esta fase de su carrera que otra cosa.
Empiezan algunos hits a la hora o así, con “Hungry Hearts”, y deja cantar al público. Y él chapurreando español, agradecido. Vamos, vosotros!!! Perfecto, perfecto!!!… Menudos coros y piano y saxo y arreglos, ¡qué grupazo! Tres guitarras por momentos, dos teclistas, coristas… Eso sí, empezaba el momento baladas a mitad del show, bien en general pero parte más aburrida para el que firma como decía, así que prefiero fijarme en otros detalles como el hecho de que nos recuerde sus comienzos hace 50 años y sus primeras canciones que compuso con 15 años. Buen detalle subtitular los comentarios y «discursos» puntuales. Ayudará a muchos, aunque no sé si será bueno que siente precedente.
¡Oye!, que sigo siendo heavy aunque a veces tenga buen gusto y ganas de descubrir más cosas jeje. Pero bueno, en breve comenzaba la tercera parte, ya más popular e inevitablemente dejando el show en todo lo alto para salir del Civitas orgulloso de haber dicho sí a venir esta noche. Pero dejarme antes meterme en algún otro detalle que aún no he explicado y que me apetece destacar… y / o “resumir” el concierto de esta manera:
Botas con polvo de carretera de Jersey, pantalones ajustados, camisa blanca (con corbata, curioso, y nada habitual), chaleco del rock, pendientes (que hay que marcar territorio pese a todo) y tez curtida, blandiendo su clásica Telecaster y demostrando que el paso del tiempo lustra a los buenos y es inmisericorde con los malos. Esto es Bruce y solo puedo reverenciar el hecho al respecto.
Y el Boss se baja con su gente de las primeras filas. No divismos ni ostias… Ni olimpos ni siquiera me meto en el hecho de entradas VIP y lo feo que sigue siendo este elitismo en los conciertos grandes. Ya lo he dicho antes y ya está, Es el momento y punto, Bruce abajo y su gente alrededor. Y ni letras en teleprompter ni ostias (otra cosa es que pueda tener alguna guía por monitores o algo así, pero aparentemente no). Old school y modo vintage de jersey, como debe ser
Así sí. Y de nuevo incido en los pequeños detalles en los que nos fijamos hasta los heavies: el batería cojonudo, el sucesor de Clarence Clemmons también, ¡menudos teclados y pianos!, los coros… ¡guau! Y el jefazo de Bruce abraza algún niño de las primeras filas, o se deja él abrazar por algún emocionado fan, lee pancartas, choca manos, se pasea por todo lo largo del escenario… ¡¡Un crack!!… Bueno, llega el momento de la parte “final” (la última hora jeje), y todo arranca en realidad con la chula versión del “Because the night” (de TAHURES ZURDOS, no?, jeje), que con más de 12 personas sobre el escenario suena increíble. “Downbound train”, “The rising”… desde el movimiento y desfase de “Wrecking ball” hasta la calma de “Thunder road”, mucho más movida en directo, eso sí.
Aparecen los bises y aquí sí que no hay concesiones ni prisioneros: luces encendidas y banda entregada para regalarle al público esos pedazos de la historia que, pese a estar manidos y se repitan hasta la saciedad en cadenas generalistas de la COPE y demás con “Born in the USA”, “Born to run”, “Glory days” (menos habitual de todos modos) y un “Dancing in the dark” que posiblemente siga siendo la canción más bonita y más bailona del mundo (y una de las más reproducidas, vale), presentación de la banda en primera línea, homenaje a los que ya no están (que por cierto, me extrañó que no estuviera Patti Scialfa en esta gira y demás) en pantalla.
Hoy perfecto de voz, última parte de hits con las luces encendidas completamente… y ya para rematar, y tras las pertinentes bromas entre ellos de si tienen prisa, se quieren ir a dormir y demás, y preguntándonos a nosotros si nos queremos ir ya a casa, se remata de manera más festiva con una divertida y movida versión del “Twist and shout” de los BEATLES rematado de hecho con un guiño a La Bamba.
Y tras el “falso final”, despedida de la banda y demás, el concierto acaba de verdad con Bruce solo con la acústica y la armónica y regalándonos como bis ¿improvisado? con una precioso versión desnuda de “I´ll see u in my dreams” (que muchos hubieran cambiado gustosos por “The river”, aunque se agradece el detalle del mensaje de la canción para cerrar el conciertazo).
Yo sigo siendo heavy, pero me encanta disfrutar de las pocas rockstars de verdad que aún nos quedan. Y los que merecen ese trato, que cada vez son ya menos y menos. ¡Gracias, Boss!
Texto: David Esquitino (david.esquitino@redhardnheavy.com)
P.D. – Gracias a Bea por la ayuda con las fotos desde la pista